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Tengo algo que decirte... [Ronald B. Weasley]
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Tengo algo que decirte... [Ronald B. Weasley]
Era principio de curso, por eso debía de creer que todo iba a ser bastante sencillo, la semana transcurriría sin ningún percance según la castaña pero se había equivocado totalmente, rotundamente, contundentemente.
La Sala Común era el lugar ideal para hacer los deberes sin ser molestada por los alumnos más pequeños, en Slytherin siempre había habido claridad con esas cosas. Los más pequeños no tenían derecho alguno de molestar a los más grandes, mientras que ellos podían, si querían, tatuar su nombre en la piel de los de primer año para saber que nadie más tenía derecho alguno para molestarlo. La joven estaba enfrascada en una exhaustiva redacción sobre las guerras de las brujas en el Siglo XV, no entendía por qué debía poner tanto empeño en Historia de la Magia pero tampoco era su deseo obtener una D.
Mientras buscaba una pluma nueva entre sus cosas encontró unos cuantos bombones en una bolsita rosa que tenía un moño morado bastante coqueto. No recordaba haberlos comprado, quizás su madre se los había enviado en alguna de las cartas de la semana y poca atención había puesto en ellos. Sin pensarlo dos veces se llevó un par a la boca, era extremadamente suaves y al más mínimo contacto con la lengua se deshacían en un torbellino de intensos sabores.
El efecto fue casi instantáneo, un calor comenzó a crecer desde el centro de su pecho y se extendió por todo su cuerpo, era tal que sus mejillas se colorearon de un rubor rojo que contrastaba fuertemente con su piel blanca. Sus ojos recorrieron rápidamente la Sala Común buscando algún testigo de lo sucedido pero cada quien estaba perfectamente metido en sus asuntos. Astoria sonrió estúpidamente mientras bajaba la vista de nuevo al pergamino ”Ronald Weasley” acababa de escribir en la parte inferior derecha y lo enmarcaba en un corazón perfecto. La sensación de calor en su rostro no era más que una señal de que el color había aumentado, con rapidez rayo lo escrito hasta que era incomprensible, tomó esa esquina y la arranco para después hacer pedacitos la evidencia. Sin embargo eso no disminuía el sentimiento que retumbaba con fuerza por debajo de sus costillas, quería correr, volar y gritarlo a los cuatro vientos, se sentía completamente incontenible.
Sin previo aviso, Astoria se levantó cerrando con fuerza el libro que tenía sobre las piernas, guardo todo rápidamente en su bolso –que servía de mochila- y lo dejo sobre la silla que había ocupado con anterioridad, estaba segura que no le pasaría nada si se quedaba ahí por unos momentos. Total, nada más iba a… se paso una mano por el largo cabello un tanto avergonzada de sus pensamientos. Era como si estuviera a punto de hacer algo prohibido, aunque tomando en cuenta su naturaleza sentir eso por un traidor a la sangre era tan despreciable como desposar a un sangre sucia o un muggle, pero a ella ya no le importaba, no iba a negar por más tiempo esa sensación que llevaba guardando por quién sabe cuánto tiempo.
Sus zapatos resonaban por los pasillos del colegio mientras los recorría hábilmente en busca de aquel pelirrojo responsable de los delirios de la Slytherin. No podía olvidarse de su nombre, de la mirada azul y un tanto desconcertada, de aquellos cabellos que ardían bajo el sol. Astoria estaba mal, muy mal; estaba enferma, enferma de amor.
¿Cómo supo dónde encontrarlo? Jamás estaría segura de eso, las chicas conseguían lo que querían aunque muchas veces no supieran exactamente cómo lo habían hecho. Fue la tercera o cuarta aula que visitaba, sabía mas o menos los horarios de algunas materias de sexto año por culpa de Daphne, se los había repetido hasta el cansancio. La suerte estaba de su lado, no había nadie más en aquella aula. Respiró profundamente desde el umbral de la puerta, sentía el estómago revuelto de una forma extrañamente agradable.
-Hola- dijo con una voz adulzada un tanto impropia de ella, además de adornar sus palabras con una tímida sonrisa mucho más impropia de ella. Se adelanto unos cuantos pasos urdiendo una excusa por la cual estar ahí y que no delatara su verdadero propósito -¿Estás muy ocupado?- pregunto pasándose un mechón de cabello por detrás de la oreja sin dejar de clavar esas joyas que tenía por ojos. Un tanto nerviosos, ansiosos y expectantes.
La Sala Común era el lugar ideal para hacer los deberes sin ser molestada por los alumnos más pequeños, en Slytherin siempre había habido claridad con esas cosas. Los más pequeños no tenían derecho alguno de molestar a los más grandes, mientras que ellos podían, si querían, tatuar su nombre en la piel de los de primer año para saber que nadie más tenía derecho alguno para molestarlo. La joven estaba enfrascada en una exhaustiva redacción sobre las guerras de las brujas en el Siglo XV, no entendía por qué debía poner tanto empeño en Historia de la Magia pero tampoco era su deseo obtener una D.
Mientras buscaba una pluma nueva entre sus cosas encontró unos cuantos bombones en una bolsita rosa que tenía un moño morado bastante coqueto. No recordaba haberlos comprado, quizás su madre se los había enviado en alguna de las cartas de la semana y poca atención había puesto en ellos. Sin pensarlo dos veces se llevó un par a la boca, era extremadamente suaves y al más mínimo contacto con la lengua se deshacían en un torbellino de intensos sabores.
El efecto fue casi instantáneo, un calor comenzó a crecer desde el centro de su pecho y se extendió por todo su cuerpo, era tal que sus mejillas se colorearon de un rubor rojo que contrastaba fuertemente con su piel blanca. Sus ojos recorrieron rápidamente la Sala Común buscando algún testigo de lo sucedido pero cada quien estaba perfectamente metido en sus asuntos. Astoria sonrió estúpidamente mientras bajaba la vista de nuevo al pergamino ”Ronald Weasley” acababa de escribir en la parte inferior derecha y lo enmarcaba en un corazón perfecto. La sensación de calor en su rostro no era más que una señal de que el color había aumentado, con rapidez rayo lo escrito hasta que era incomprensible, tomó esa esquina y la arranco para después hacer pedacitos la evidencia. Sin embargo eso no disminuía el sentimiento que retumbaba con fuerza por debajo de sus costillas, quería correr, volar y gritarlo a los cuatro vientos, se sentía completamente incontenible.
Sin previo aviso, Astoria se levantó cerrando con fuerza el libro que tenía sobre las piernas, guardo todo rápidamente en su bolso –que servía de mochila- y lo dejo sobre la silla que había ocupado con anterioridad, estaba segura que no le pasaría nada si se quedaba ahí por unos momentos. Total, nada más iba a… se paso una mano por el largo cabello un tanto avergonzada de sus pensamientos. Era como si estuviera a punto de hacer algo prohibido, aunque tomando en cuenta su naturaleza sentir eso por un traidor a la sangre era tan despreciable como desposar a un sangre sucia o un muggle, pero a ella ya no le importaba, no iba a negar por más tiempo esa sensación que llevaba guardando por quién sabe cuánto tiempo.
Sus zapatos resonaban por los pasillos del colegio mientras los recorría hábilmente en busca de aquel pelirrojo responsable de los delirios de la Slytherin. No podía olvidarse de su nombre, de la mirada azul y un tanto desconcertada, de aquellos cabellos que ardían bajo el sol. Astoria estaba mal, muy mal; estaba enferma, enferma de amor.
¿Cómo supo dónde encontrarlo? Jamás estaría segura de eso, las chicas conseguían lo que querían aunque muchas veces no supieran exactamente cómo lo habían hecho. Fue la tercera o cuarta aula que visitaba, sabía mas o menos los horarios de algunas materias de sexto año por culpa de Daphne, se los había repetido hasta el cansancio. La suerte estaba de su lado, no había nadie más en aquella aula. Respiró profundamente desde el umbral de la puerta, sentía el estómago revuelto de una forma extrañamente agradable.
-Hola- dijo con una voz adulzada un tanto impropia de ella, además de adornar sus palabras con una tímida sonrisa mucho más impropia de ella. Se adelanto unos cuantos pasos urdiendo una excusa por la cual estar ahí y que no delatara su verdadero propósito -¿Estás muy ocupado?- pregunto pasándose un mechón de cabello por detrás de la oreja sin dejar de clavar esas joyas que tenía por ojos. Un tanto nerviosos, ansiosos y expectantes.
Astoria Greengrass- Prefect@ de Slytherin; 5º
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 18/07/2011
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