News...Now you're save [Remus Lupin - Cass Wright]

Una lechuza había irrumpido en mi sereno y tranquilo sueño por la mañana, casi a las 10AM. Mi padre quería que nos juntáramos dentro de una hora en el Callejón Diagon, precisamente en Florean Fortescue para darme una noticia. No se me ocurría qué podría haber sido tan importante como para interrumpir mi sueño vacacional, además no me quedaba claro cómo se suponía que él iba a aparecerse en el Callejón Diagón si tenía tanto trabajo. Negué con la cabeza y me levanté lo más rápido posible sabiendo que estaba a media hora del lugar de encuentro. Me metí a la ducha casi refunfuñando porque había tenido presupuestado dormir hasta medio día puesto que la noche anterior había salido de fiesta y no había vuelto a casa sino hasta las 4 AM. Necesitaba dormir pero bueno, mi rostro se recompondría con un poco de maquillaje por lo que no me preocupé. Miré a través de la ventana hacia el patio delantero y pude comprobar que había un día hermoso, un sol que llegaba a amenazar para más tarde por lo que decidí que llevar ropa ligera era lo mejor. No fui muy provocativa porque sabía lo que mi padre pensaba de ello y, debido a que era una cita con él, no iba a hacerlo enojar ni pasar un momento desagradable en público, aquello se guardaba para el hogar.

Salí de nuestra casa en dirección al Callejón Diagón justo a tiempo para no llegar tarde. Durante el camino me seguía preguntando cuáles eran las razones por la cuales Marcus había querido citarme a un lugar tan público, pero el mejor lugar para tomar un helado en toda la comunidad mágica. Fuera de eso, las palabras de mi padre impresas en aquel pedazo de pergamino seguían sonando en mi cabeza "Cassie: quiero que estés dentro de una hora en Florean Fortescue. Sé cuanto te gustan los helados de ese sitio y necesito que sepas algo importante. No tardes. Marcus." Suspiré mientras como si renovando el aire de mis pulmones lograría saber lo que Marcus quería y solo asi dejaría fuera la intriga pero no, aquello no dio resultado y me frustré conmigo misma. Cerré los ojos esperando que el transporte que me llevaba hacia el Caldero Chorreante tomara un atajo y fuera más rápido pero aquello fue imposible. El inútil del conductor no sabía nada más que masticar goma de mascar y tararear la canción que sonaba en la radio.

I'm gonna wear you down...

Arrg. Volví a suspirar mordiéndome el labio inferior con molestia mientras esperaba que avanzara el estúpido autobús. El sonido de las bocinas de los vehículos más la espera me estaba agobiando y, si no me bajaba luego del transporte, llegaría tarde. Descendí por las escaleras del microbús y decidí ir caminando por las restantes 3 calles hasta llegar al Caldero Chorreante. Como siempre esa pocilga daban ganas de apretar los dientes y pasar pero, como buena Wright, saludé al tabernero y pasé caminando con la frente en alto y evitando respirar el polvillo que estaba suspendido en el aire. Al estar ya en el Callejón chequé la hora en mi reloj de pulsera y comprobé que no llegaba tan tarde, apenas me separaban de la hora acordada unos cinco minutos por lo que apresuré el paso y llegué a sentarme en una de las mesas que estaban fuera del local de Florean Fortescue revisando con la mirada todo el lugar para asegurarme de que la figura de mi padre no estaba en ningún lugar dentro del local. Rechacé la propuesta del señor Fortescue con una sonrisa cuando fue a saludarme. No tomaría nada hasta que mi padre llegase.

A pesar de mi decisión por no comer ni tomar nada aún, mi estómago decía que tenía hambre y que quería que yo lo consintiera. Era eso o que estaba un poco nerviosa por el misterio de mi padre en cuanto a su noticia. Él no solía actuar de esta manera con frecuencia, algo debía estar pasando y nada superficial, algo más bien complicado que no fuera fácil de tratar en una carta. En ese momento recordé que alguna vez Marcus Wright me expuso que todas las cartas eran interceptadas y por eso ya no era seguro usar lechuzas para comunicarse. Por lo menos quien hubiera interceptado aquella carta sabría que yo estaba ahora en el Callejón Diagón, pero lo que no lograba saber era quién las interceptaba...¿El Ministerio de Magia? ¿Lord Voldemort? ¿Los Mortífagos? ¿Los aurores? Sinceramente ahora todo se veía un poco más nublado que al principio. No lograba comprender nada y, en vez de solucionar mi duda, muchas más venían a mi cabeza y me confundía aún más. Volví a leer el pergamino que mi padre había atado a la pata de aquella lechuza y ninguna duda se despejó solo me surgió una más ¿Realmente vendría él a comunicarme la noticia? En ninguna parte de la carta decía que nos veríamos aquí, sino que decía que debía llegar aquí en una hora. Todo el misterio comenzaba a asustarme de cierto modo.

Suspiré mirando que a mi lado se detenían unos zapatos negros de caballero con unos pantalones de color café algo raídos. Los zapatos se encontraban perfectamente lustrados y hacían contraste con aquellos pantalones. Recordé que el señor Fortescue no llevaba algo como ello y mi padre no usaba ese tipo de pantalones, más bien algo de colores sobrios como grises, azules y negros. De pronto me di cuenta que llevaba más de un segundo mirando los zapatos y levanté mi mirada hasta el rostro de la persona que estaba a mi lado. Al ver su cara comprendí que ya lo conocía desde hace tiempo y que no era común encontrarse a alguien como él en un lugar así. Pestañeé un par de veces y le sonreí amablemente al hombre que me miraba.

-- Buenos días, profesor Lupin. -Dije con un tono de voz que sonaba más diplomático que amable.- Que casualidad encontrarme con usted en este lugar. -No me moví de mi asiento, sin embargo, le sostuve la mirada y le sonreí mientras esperaba que me dijera alguna razón por la que detuvo su andar a mi lado. Los profesores no suelen hacer ese tipo de cosas, menos los ex - profesores. Sinceramente no me gustaba la amarga idea de tener que conversar forzosamente con un hombre - lobo en la vía pública pero prefería hacerlo a quedar como maleducada. Siempre debía demostrar buenos modales.